La proliferación del cangrejo rojo hace muy difícil la reintroducción del autóctono

Es la pregunta del millón y sin duda la que se están haciendo los miles de aficionados que conocieron los buenos tiempos. Personalmente creo que la respuesta, por desgracia, es no, y voy a tratar de argumentar esta hipótesis: El cangrejo rojo, portador e inmune al hongo de la afanomicosis coloniza ahora mismo la práctica totalidad de las aguas de naturaleza caliza situadas por debajo de los ochocientos metros de altitud. Su capacidad reproductiva y de crecimiento hacen inviable su descaste salvo utilizando algún medio de envenenamiento masivo que destruiría todo el ecosistema. En estas aguas, por lo tanto, nunca podría reintroducirse con éxito el cangrejo autóctono. Pero ¿Y por encima de la cota de 800 metros?. La provincia de León cuenta con aguas de gran calidad situadas por encima de esa altitud susceptibles de albergar poblaciones de cangrejo y que las albergaron en el pasado, pero el problema aquí es el cangrejo señal. Este crustáceo también es portador del hongo pero no totalmente inmune, de hecho en condiciones favorables puede destruir hasta el 50 % de sus poblaciones, aunque nunca se dará el exterminio total. Acostumbrado a aguas mas frías se adapta perfectamente en los grandes embalses, incluso a profundidades de 50 metros. Riaño ya cuenta con poblaciones estables al igual que Casares o Selgas de Ordás. La mayoría de los cursos medios-altos, tanto en la cuenca del Duero como las del Sil de naturaleza caliza ya los tienen, pues incluso se aclimata en las aguas con pequeñas concentraciones de carbonato cálcico donde nunca hubo cangrejo autóctono. Quedarían entonces espacios muy reducidos en zonas de alta montaña o regueros aislados en los que, tal vez, podría reintroducirse, siempre con un elevado riesgo de contagio. En todo caso y en estos «santuarios» el pescador jamás podría ni debería pescar cangrejos, con lo que la demanda de zonas de pesca seguiría sin cubrirse.

La única solución factible, a mi juicio, sería encontrar un remedio a la enfermedad, algo que inmunizase del todo o en parte al cangrejo autóctono. En esa situación probablemente sería capaz de competir con el rojo, pues es más robusto y territorial. Esta esperanza es la única razón que podría sustentar la idea de invertir dinero en una astacifactoría. En todo caso no estaría de mas utilizar todo tipo de recursos para preservar las muy escasas poblaciones, cada vez menos, de cangrejos autóctonos existentes en la actualidad y que, por razones obvias, no voy a enumerar en este comentario.